"La evaluación es hoy una forma de aprendizaje, y debe apuntar hacia la formación y retroalimentación del estudiante"
Para la Mag. Patricia Escobar, profesora del Departamento Académico de Educación, la modalidad virtual evidenció la necesidad de un cambio de paradigma en la concepción de la evaluación.
Con la llegada de la pandemia de la COVID-19, la virtualidad ha tomado un papel protagónico en muchos ámbitos de nuestras vidas y el de educación no ha sido la excepción. Durante el año pasado hemos visto cómo, con el paso de la formación presencial a la virtual, se ha tenido que mirar la enseñanza y la evaluación desde una perspectiva completamente distinta. Aunque se ha avanzado mucho en encontrar nuevas formas y herramientas de aprendizaje, todavía el gran reto está en la evaluación.
Por ello, conversamos con la Mag. Patricia Escobar, profesora del Departamento Académico de Educación, quien nos explica más sobre cómo ha cambiado este proceso, los retos que tienen y las oportunidades a desarrollar.
La educación virtual cambió la forma de enseñar y entender la docencia, y motivó la rápida adopción de nuevas técnicas. ¿Cómo considera que esta velocidad en la transición afectó los procesos de evaluación?
La modalidad virtual evidenció la necesidad de un cambio de paradigma en la concepción de la evaluación ya que por muchos años había sido relegada por el temor al cambio. En este sentido, la visión de evaluación era más clásica y estaba centrada en la medición, la calificación o en la certificación, y rara vez era asociada a procesos de mejora, a toma de decisiones o información para orientar el proceso formativo de los estudiantes. Hoy en día, en la modalidad virtual, se requiere formar un trinomio entre enseñanza, aprendizaje y evaluación, donde estos tres conceptos estén integrados y obliguen a reconstruir las prácticas pedagógicas y de evaluación del aprendizaje.
¿Qué aspectos diferencian la evaluación de aprendizajes de la educación en línea con la presencial?
La evaluación en la educación presencial estaba asociada –principalmente- a cerrar un periodo con exámenes escritos, prácticas calificadas y el que rendía las evaluaciones era el estudiante. Sin embargo, en la virtualidad, eso no es posible. Se necesita una manera diferente de evaluar acorde con esta nueva realidad, y eso significa diversificar las formas de medición y dirigirlas a valorar el “saber hacer” más que el “logro final”. Se trata de una evaluación del proceso del aprendizaje, lo cual involucra la adquisición de competencias de los estudiantes, dejando de lado aspectos más conceptuales para dar prioridad a formas de hacer las cosas; de esta forma, se valora en los alumnos la capacidad de interiorizar conceptos antes que replicar algo.
¿Cómo han tomado este cambio los docentes?
Este cambio genera desconfianza en los profesores. Algunos creen que se puede continuar con las evaluaciones tradicionales y replicar lo que hacían en presencial. Pero esto ya no es así. La evaluación es hoy una forma de aprendizaje y debe apuntar hacia una cuestión más formativa, que procure al estudiante una retroalimentación permanente en su aprendizaje. Eso significaría que el docente debe estar allí cuando el alumno lo requiere, y para ello se necesita formar y capacitar a los maestros. Ahí las instituciones tienen el gran desafío de convertir a la evaluación en una herramienta de aprendizaje que esté al servicio del estudiante.
La capacitación docente es una necesidad urgente e importante para apoyar el cambio de visión en el proceso de evaluación”.
Mag. Patricia Escobar
Profesora del Departamento Académico de Educación
¿Y las instituciones están en línea con esto?
Estas necesitan empezar a pensar para qué y por qué evaluar a sus estudiantes, y redefinir los lineamientos y orientaciones de la evaluación que dan a sus profesores, ya que muchos se sienten limitados porque tienen que seguir las normas que se daban para la presencialidad. Tenemos que cambiar el sistema de evaluación y diversificarlo o flexibilizarlo para que los docentes puedan encontrar nuevas formas de evaluar.
Si bien de esta forma cambia el rol de los docentes y las instituciones, ¿qué pasa con el estudiante?
El reto con los estudiantes está en que dejen de ser agentes pasivos y que tengan un rol activo en su aprendizaje, incluso deberían participar en su evaluación ya sea a través de lo que llamamos la autoevaluación o la coevaluación (a sus pares). Qué mejor que el estudiante para saber qué está aprendiendo y cómo lo está aprendiendo.
¿Qué sugerencias puede dar para que la evaluación en la educación en línea sea una mejor experiencia para profesores y a nivel curricular como institución?
La primera sería la capacitación docente, que es una necesidad urgente e importante para apoyar el cambio de visión de una evaluación del aprendizaje hacia una evaluación para el aprendizaje. Otra sugerencia es que los profesores deban crear oportunidades en los procesos de enseñanza y aprendizaje para que los estudiantes se puedan involucrar más en este proceso.
¿Con qué herramientas pueden contar los docentes para ello?
Esto se puede lograr a través de trabajos individuales, en parejas o colaborativos que permitan evaluar la aplicabilidad del conocimiento, que la puesta en práctica de los conceptos sea a través de situaciones auténticas, reales o simuladas, resolución de casos, redacción de artículos, ensayos, monografías, trabajos de investigación, organizadores gráficos, etc. Creo que aquí la riqueza de las posibilidades que los profesores pueden usar es grande y allí está el reto que tienen de poder diversificarlas.